El que está cruzando el río nació en San Nicolás (provincia de Buenos Aires) en 1972 y vive en Rosario desde 1990.
Es profesor y licenciado en Letras, y Doctor en Humanidades y Artes, con mención en Literatura. Colaboró con reseñas, notas y entrevistas en el periódico El Eslabón, el diario El ciudadano & su región, el diario digital Redacción Rosario, el suplemento "Señales" del diario La Capital, la revista Diario de Poesía y en la sección reseñas de
http://www.bazaramericano.com/.
Es uno de los responsables de Salón de Lectura, sección de escritores del banco sonoro
Sonidos de Rosario y seleccionó y prologó Imaginarios Comunes. Obra periodística de Fernando Toloza (Córdoba, Editorial Recovecos, 2009).
Escribió
Letras de rock argentino. Género, estilos y transposiciones (1965-2008), Baja tensión (Rosario, Editorial Municipal de Rosario, 2012), Desaire (Bs. As., En Danza, 2014) y el inédito Locales y visitantes.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Pratto, Laura. El hilván, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2009.


El hilván es el cosido provisorio, suelto, grueso, que precede al definitivo, en la confección de una prenda de vestir. La contundencia contenida del libro de Pratto (San Francisco, 1976), más que un conjunto de poemas, un poema libro dividido en autosuficientes episodios de un común discurrir, persuade de que la poesía puede aspirar a mantenerse en ese estadio fluyente, imprevisible, no definitivo: “sigo el hilo vano,/ mito de lo infundado,/ como un sabueso/ llevado de las narices/ por tierra movediza, rajaduras/ donde lo hecho se escamotea/ celebro cada hallazgo/ provisorio”. Esa sensación de fluidez es vehiculizada por la supresión de títulos y mayúsculas, una suerte de balbuceo –carácter enunciativo explicitado en el primer poema: “en el balbuceo/ fluía/ guiada por andarivel”- de versos breves y pocos numerosos, la omisión de los puntos –“incapaz de poner punto, dios”-, la utilización preponderante de la coma, el más breve y menos enfático de los signos de puntuación usuales. Es ese decir vacilante, entrecortado, lento –“hablada lentamente/ la propia lengua parece ajena”-, con algo de infantil –“aquel decir ma”-, el que se instala en un campo asociativo trillado –las imágenes textiles de la escritura- y produce sin embargo un decir lleno de sorpresas. Entre otras cosas, contribuyen a ello los giros coloquiales, que laten como animales llenos de vida en una poesía tan despojada, las agramaticalidades harto sugestivas –“rebuscado ahora, sea/ como fuera”- y el modo sutil en que se manifiesta lo genérico –“como quien, en cuclillas, a la vera/ de un lodazal, raspa/ eso que debería ser oro,/ tosca y ávida”. El personaje cose, habla, hace poesía, valiéndose de lo que le fue transmitido y de lo que parece innato –“saberes que debía aprender,/ cosas que siempre hice/ ala que te criaste/ y pareciera que se nace/ con eso,/ como cortar el hilo con los dientes”, en un permanente devaneo entre la corrección aprendida y la incorrección de quien “se sale de la vaina”. Lo que hicieron de nosotros, lo que hicimos de nosotros, lo que quisiéramos hacer con ello, es un modelo: “la carga es pesada,/ dentro de mí ya no cabe un alfiler”. La poesía, para Pratto, alimenta la ilusión de deshacerlo, de sacar un hilo con otro hilo, de salirse del contorno, desovillarse y avanzar “con la rienda un poco más suelta”. También puede iluminar, sin énfasis pero con una gran intensidad expresiva, una cicatriz como marca o sutura del destino siempre abierto, ayudar a aceptar “lo que en verdad pende de un hilo/ más visible que lo deseado”, la evidencia de que todo se va urdiendo dramáticamente, entre la fijeza y lo que fluye: “cuando me lanzo/ a enhebrar siento la riña en el seno del aire”.

Publicado en Diario de Poesía, Buenos Aires-Rosario, n° 79, noviembre de 2009 a marzo de 2010.

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